TESTIMONIO:
Me gusta criticar. Critico a ese señor que explota a miles de niños para luego comprar sus camisetas. Critico a ese hombre que vive entre cartones y que me acosa pidiendo dinero. Critico a esa mujer que recurre a la prostitución para ganar dinero fácil. Critico al drogadicto de mi barrio por ser tan débil como para haber caído en ese mundo. Crítico a la gente que vive al otro lado de la ría, en ese barrio del que tanto he oído hablar y tan poco me conviene ir. Critico sin saber. Sacando a la luz mi lado más hipócrita y menos humano, ese que hace que los muros de los que hablábamos ayer se fortalezcan.
Diez días después siento un escalofrío al pensar esto, es una sensación extraña, una jarra de agua fría ha hecho que despierte del sueño en el que estaba sumida, bueno y diría que ha sido más bien una mariposa (tximeleta) la que ha hecho que despierte. La que me ha enseñado lo importante que es conocer la historia de cada uno antes de juzgar a nadie, lo maravilloso que es conocer una realidad distinta a la nuestra desde dentro, sintiéndome, por fin, humana otra vez. Vine aquí a echar una mano en unas colonias en las que encontraría niños que no han tenido la misma suerte que yo, con la intención de no recibir nada a cambio, sin embargo, vuelvo a casa sintiéndome pequeña, sin palabras para poder agradecer todo lo que me llevo de esta experiencia.
Es preciso cruzarse a gente así en mi camino, gente de tximeleta, hontza, hargindegi … personas que hacer tambalear los muros. Esas barreras que hacen que el mundo esté enfermo, un mundo ingresado en un hospital que cataloga su enfermedad como “sobredosis de hipocresía”, pero que organizaciones como están hacen posible la mejora.
Por esto, y por todo, ESKERRI ASKO, Sanfran por hacernos despertar.
Ane Bueno
Bilbao