Tras la muerte de Magdalena, las Hermanas sufrieron no sólo su ausencia, sino también los graves acontecimientos que originaron la supresión temporal de la Congregación.
El proceso de unificación nacional llevó a Florencia a ser temporalmente (1865-1871) Capital de Italia (hasta entonces dividida en Ducados, Reinos y Estados Pontificios). Una serie de transformaciones urbanísticas originó la destrucción del Retiro y otra serie de acontecimientos y causas llevaron a la supresión temporal de la Congregación que se hallaba bajo el patrocinio de Gino Capponi, hijo de Mª Magdalena. Los responsables impusieron a las religiosas su entrada en Monasterios de Clausura.
Las hermanas Crucificada Tognoni, superiora y Pía Frosali, la más joven de la comunidad, se negaron a aceptar esas imposiciones y escogieron ir a vivir a Signa, pueblo cercano a Florencia, con la esperanza de reactivar y continuar la obra de Mª Magdalena. Después de un periodo de espera, nutrido de oración y discernimiento y apoyadas por el sacerdote Don José Fiammetti, el 14 de Septiembre de 1872 reactivaron la Congregación de las Hermanas Pasionistas.